martes, 29 de enero de 2008

El Desierto


El desierto

¿Te has sentido agobiado y quizá aun derrotado en algún momento de tu vida cristiana? ¿Has pensado que no eres digno del ministerio que Dios te ha puesto por delante, o capaz de hacer el trabajo que tienes? Creo que todos hemos sentido en algún momento algo similar. A éstos se les pueden llamar desiertos y los desiertos son lugares asolados y pueden ser terribles y hasta peligrosos.
El desierto es el lugar de tentación y prueba, como lo fue para Cristo. Muchas veces, es el lugar donde enfrentamos nuestros temores y preocupaciones. Es a donde llega el acusador y tentador. Es un lugar a la que muchas veces llegamos después de alguna decisión importante, como pasó en la vida de Cristo. En el desierto se pasan hambres y no hay agua para saciar la sed. Es el lugar que nos puede matar o nos puede fortalecer, depende de nosotros.
En el desierto nos damos cuenta que en nuestras propias fuerzas no podemos lograr nada. Ni siquiera podemos desarrollar la visión que Dios nos ha dado, no podemos cambiar a las personas, no contamos con la unción que tanto necesitamos. En el desierto todas nuestras capacidades y fuerzas son agotadas. Y, entonces, ¿qué haremos?
Algunos se dan por vencido y tiran la toalla. Llega a nosotros la tentación de buscar la solución por nosotros mismos. El acusador llega con recuerdos del pasado y promesas para el futuro. ¿Cuál debe ser nuestra respuesta y reacción ante estas situaciones? Quiero ver la vida de Cristo y Su experiencia en el desierto para contestar esta pregunta.
En Lucas 4.1 vemos algo que creo que a la mayoría no nos gusta ni pensar: el Espíritu llevó a Cristo al desierto! La idea de que Dios nunca nos llevaría al desierto es lo primero que necesitamos cambiar. Y si reconocemos que Dios sí lo haría, entonces tenemos que saber que algo nos quiere enseñar a través de la experiencia. ¿En qué áreas fue tentado Cristo y qué podemos aprender de ello?
Lo primero que ataca el acusador es Su cuerpo físico. La necesidad de comida. Quizá para ti no ha sido necesariamente eso. Quizá ha sido enfermedad en tu cuerpo o debilidad física. Cuando sentimos que nuestro cuerpo físico ya no puede más es cuando tenemos que decir, junto con Cristo: Yo sé que las limitaciones físicas no son nada para Dios. Yo creeré la palabra de Dios.
La segunda tentación o ataque viene al mostrar los reinos de la tierra a Cristo. Por mucho tiempo, yo no entendía porque esto era tentación para Él, pero luego entendí que Cristo vino para salvar al mundo y Satanás le estaba ofreciendo las naciones sin la necesidad de morir en la cruz. Hermano(a), no hay vías cortas al cumplimiento de la voluntad de Dios. No hay crecimiento sin sufrimiento, no hay bendición sin sacrificio.
Al querer o intentar tomar lo que parece ser una vía corta a la visión o meta que Dios ha puesto ante ti, ten cuidado. Lo más probable es que es el lugar en donde dejarás de adorar y servir a Dios y estarás sirviendo al enemigo. Nunca se te olvide de quién somos y a quién servimos. Los hombres no te llevarán y no harán por ti lo que únicamente Dios puede hacer. Dios es el que tiene que abrir puertas y presentarte con oportunidades y parte de la tentación en el desierto es el deseo de correr detrás de cualquier cosa o persona que parezca tener lo que piensas necesitar.
La última tentación que vemos escrita en este pasaje de Lucas es cuando el diablo lo lleva al templo para que se eche desde arriba para probar la protección y cuidado de Dios. En el desierto, sería fácil buscar la manera de "comprobar" que Dios está contigo. Quizá si lanzas un nuevo proyecto, o comienzas un nuevo programa, si viajas a un país lejano Dios mostrará Su amor por ti al apoyarte en esto o aquello. Tentamos a Dios. Nos decimos: Pues la Biblia dice. . . . Ten mucho cuidado con querer forzar que la mano de Dios obre a favor de ti.
Pídele discernimiento a Dios para saber cuál es el propósito de tu desierto. Quizá debe ser un momento de quietud y tranquilidad para ti. Quizá debe ser el tiempo de buscar la perfecta voluntad de Dios para tu siguiente paso, o debe ser el momento de recordar lo que Dios te habló en un principio. Lo que con las actividades y planes se te ha ido olvidando.
"Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de él por un tiempo" (vs. 13). Hermano(a), llegará el momento en que termine la experiencia del desierto. Los momentos de sufrimiento y angustia no durarán para siempre. Las tentaciones y preocupaciones tienen su fin. Esto es un grande consuelo. Permite que el hambre y sed que se experimenta en el desierto te lleven a buscar el rostro y voluntad de tu Dios. Jesús nos dijo que son bienaventurados los que tienen hambre y sed porque serán saciados. Dios nos quiere llenar de toda Su bendición. Nos quiere dar de beber el agua de vida que brota para salvación y en ocasiones el único lugar que buscamos Su agua y no la nuestra es en el desierto. Dios tiene que remover todas las cosas que buscamos usar para saciar nuestras necesidades para llevarnos a reconocer que sólo Él puede saciar nuestro ser.Así que, cuando sientes que estás en un lugar seco, caluroso y muerto, no dejes que la voz del tentador te lleve a creer que eres demasiado débil, o que puedes tomar una vía corta al cumplimiento del destino de Dios para tu vida, o que puedes forzar a Dios bendecir tus planes y trabajo. Mas bien, busca las aguas refrescantes de Su Espíritu. Cuídate de las tentaciones que vendrán, y seguramente vendrán. Dios no nos lleva al desierto para matarnos sino para que podamos cada vez enfocarnos más en lo que realmente busca de nosotros: obediencia a Su voz. Ánimo, hermano(a), en el desierto podrá encontrar profundidades de gozo que jamás hubiera esperado al buscar los pozos de Su agua viva. En el desierto, sí puede haber fruto, puede haber vida.

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